16 de mayo de 2012

cazadores de sombras publicacion 35

-¿Es qué no puedo preocuparme de Jace?
-Bueno, Clary –Dijo el joven rubio- Vamos, tenemos que darle esto a la reina.
La muchacha hizo la runa, ya que se le daba mejor dibujarlas a ella, ya que fue quien las trajo al mundo.
Llegaron a Nueva York, y fueron a ver a la Reina Seelie, pero la encontraron cerca del instituto.
Su sonrisa la delataba, sabía que tenían el objeto que quería.
-¿Dónde lo tenéis?
-Aquí-Dijo Clary- en esta caja.
Sacó la cajita plateada, y la reina se la arrebató de las manos. La abrió y una sonrisa se dibujó en sus labios.
-Bien, -interrumpió Jace- ahora, ¿Puedes decirnos quien es Edward?
-Sí, es un vampiro, ¡Alto, no te precipites! Es un vampiro diferente, los de su familia y él, no se queman a la luz del sol. Todo lo contrario, en vez de carbonizarse, como cualquier vampiro normal, ellos brillan.
-¿Qué brillan?
Alec estaba histérico, el hermano de Clary se había enamorado de la mujer de un vampiro que, no solo no muere al sol, sino que, encima, ¡Brillaba!