Llegaron a la puerta de la iglesia y Clary tembló bajo
el ardiente sol de primavera.
-Alec,-empezó ella- adelántate y suaviza las cosas un
poco, por favor.
El chico de ojos azules abrió la puerta y entró. Clary
miraba ahora a Simón.
-Bueno. ¿Esperamos un rato aquí?
-Va, venga.
Se quedaron cinco minutos en las escaleras de la
puerta, hablando de cómo le va vivir con Jordan, con Maia entrando y saliendo
de la casa. De vez en cuando, Sión va a dormir algunas noches a la casa de su
madre, si ella descubre que es un vampiro, como la primera vez, usa un poder
propio de los vampiros, un glamour que la hace creer todo cuanto le dice Simón.
Clary se levantó y miró hacia la iglesia, luego dijo
con nostalgia:
-Me gustaría que pudieras entrar, ¿Sabes Simón?
Pero eso no era posible, él era un vampiro y el
instituto un lugar sagrado, si acaso podría entrar en el santuario del
instituto, pero no serviría de nada.
-Adiós, Simón.
Se despide con un beso en la mejilla y una caricia
desde la sien hasta la barbilla.
-Nos vemos pronto, Clary.