Apagó el móvil y se echó en la cama. Aún con la ropa
puesta, le daba igual. Todos estaban bien y eso era lo que importaba. Durmió varias
horas y se despertó con una sensación de mareo y un cosquilleo en las yemas de
los dedos. Abrió los ojos y Jace estaba ahí, contemplándola en sueños. El joven
le acariciaba el pelo de forma delicada y decidida. La chica le sonrió y se
incorporó de forma lenta.
-¿Qué hora es?
-Es la hora de ir a comer algo. Son las siete menos
cuarto.
-Oh. Vale, espera que me cambio de ropa. Esta está
arrugada.
Él se ríe y la saca de la cama.
-No es necesario, estás preciosa.
Jace estaba saliendo de la habitación cuando Clary le
llamó:
-Jace…,- el chico se giró- constantemente ignoro cuál
es mi lugar. Muchas veces, el dolor me consume poco a poco. Pero esta vez es
demasiado profundo… No sé lo que está bien. No sé si lo que hago, es lo
adecuado. Pero tú eres mi única fuerza para seguir caminando, Jace, mi único
poder. Mi único amor y supongo que mi única vida. Eres el único que me da la
paz y alegría para soportar esta carga. Pero si te tienes que ir en algún
momento… No sé qué haría. Jace, estas heridas parecen no sanar. He visto tanta
muerte… Despierta y dormida. No puedo proteger a las personas que amo. Hay
tanto que el tiempo no puede borrar…
Jace no lo pudo soportar más y se lanzó contra Clary.
-Escucha, no me voy a ir a ninguna parte, no sin ti. Y
si algo te resulta doloroso o pesado, compártelo conmigo, yo te ayudare siempre.