9 de julio de 2012

cazadores de sombras publicacion 50

-Bueno,-comenzó Clary- ahora que estamos todos aquí, me parece que debemos hablar de lo ocurrido.
Iglesia seguía jugando con el pie de Alec.
-Me parece bien,-dijo él-pero ¿Qué vamos a hacer, si no sabemos cómo destruirlos si nos atacan?
-De alguna forma habrán de morir,-explicó Jace- siempre hay una forma, posiblemente no se los pueda matar como a un vampiro corriente, o como un subterráneo corriente, pero estoy seguro un noventa por ciento, de que las armas serafines pueden ayudarnos. El sol no, el agua bendita lo dudo mucho, las estacas de madera son un mito, el ajo también… Pero no hay nada que diga armas serafines.
Todos se quedaron atontados por las palabras del rubio. Ninguno pudo hablar hasta que Iglesia maulló y los sacó de sus cavilaciones.
-¿Qué pasa?-preguntó Jace- ya sé que no estáis acostumbrados a que hable así, pero en algún momento tendré que sacar mi inteligencia.
-Espero-empezó Sebastian- qué lo que has dicho no hubiera sido para hacernos reír, por que no es el mejor momento.
-Es verdad, Jace. No es el mejor momento para sacar tu sarcasmo a relucir. Deberíamos empezar a prepararnos para un posible ataque de la familia Cullem, no me apetece morir, como comprenderás.