-¿Sabes qué, Simón? Me alegro de que seas mi amigo.
Sobre todo en estos momentos.
Simón le sonrió con tristeza.
-Bueno-continuó Clary- deberíamos irnos, si no
queremos que Jace llegue antes y me mate.
Se levantaron de la mesa y Clary fue a pagar.
Le dijo a su compañero que iba a hacer un portal para
llegar antes donde Alec.
Atravesaron el portal, fue más fácil que la última
vez, cuando creo la runa para ir hasta Alacante. Ésta vez no era tan agitado,
era como saltar en una colchoneta, o en uno de los castillos hinchables de
cuando era pequeña, se sentía volar.
El aterrizaje era algo distinto, cayeron sobre duro
suelo de tierra, con grandes cantidades de hojarasca y maleza.
Gracias a Dios, ninguno se había hecho el menor daño.
-Es la hora, Simón. Por favor, quédate conmigo.
Le cogió de la mano, la suya se puso blanca de la
presión.
-Claro
Ella volvió a usar ‘rastreo’ y siguieron andando,
hacia el oeste.
En un extraño momento, Simón se paró en seco.
-¿Qué pasa, Simón?
-Licántropos. Muchos.
-Tranquilo, no te preocupes de momento, espera a los
vampiros, ahí si tienes que tener miedo.