-¿Que hiciste qué?-la voz de Jace
sonaba enfadada y sorprendida-¿Sabes acaso lo peligroso que puede ser eso?
Isabelle bajó la mirada,
avergonzada.
-Jace… Era o eso, o podrían
capturarlo, yo…
-¿Tú qué? ¿Isabelle? ¿Sientes
algo por él? ¿Es eso? Ya conocemos todos tus enamoramientos. ¿Debo recordarte a
cierto licántropo por el cual estabas tan enamorada?-Las dos últimas palabras
sonaron largas, pausantes y con intención de hacer daño.
-No hace falta que nombres a
Pablo, no es necesario-Sonó dolida.
-Bien, pues entonces…
-¡Hey, chicos!-se giraron y
Sebastian estaba a unos seis metros de ellos, con expresión divertida, apoyado
contra la pared, completamente ajeno a su hombro-Siento interrumpir tan gozosa
bronca, pero tenemos que hacer algo, si no os importa.
Jace miró de nuevo a Izzy,
con su mirada le decía que tenían un asunto pendiente. Ella bajó otra vez la
mirada.
-Muy bien, vamos.
Los muchachos dejaron a la
chica allí, sola. A Isabelle no le gustaba mostrarse débil, pero Jace le había
dado donde dolía. Pablo había sido la primera persona por la que había sentido
algo profundo, muy profundo. La chica se dejó caer al suelo, con las manos
sobre el rostro, tratando de que el agua no saliera de sus ojos. Recordando todo
lo que había pasado con aquel chico. Estuvo a punto de gritar contra sus
piernas, pero se contuvo para no demostrar a su hermano cuánto daño habían
hecho sus palabras.
La pelirroja saltó sobre él y
a punto estuvo de tirarlo al suelo. Él dio un paso hacia atrás y recuperó el
equilibrio.
-¡Simón!-Gritaba Clary a su
oído- ¿Cómo entraste? ¿Qué haces aquí? Dios, no me lo puedo creer.
-Tranquila, Clary. Solo he
podido entrar, no pasa nada.
-Pero ¿Cómo has podido
entrar?
Justo cuando la chica de los
ojos verdes hacía su pregunta, su hermano y Jace aparecieron hablando, con el
chico de los ojos dorados riendo y el otro solo mirándolo serio. Cuando Jace vio
a Simón, se paró en seco y lo miró extrañado.
-No lo sé, Clary. Ha sido
Izzy la que me ha hecho entrar.
Isabelle que estaba apoyada
en la pared, recibió la mirada de agradecimiento de Clary, y los dos pares de
ojos de los cazadores de sombras pidiendo respuestas. Ella interceptó cómo la
miraban su hermano y el semi-demonio, así que los miró desafiante.
-Izzy. Tenemos que hablar-fue
lo único que dijo Jace.
Ella se incorporó y fue hasta
su hermano. Caminaron unos pasos y cuando Jace supo que nadie los oiría comenzó
a hablar:
-Mira. Sabes tan bien como yo
que el instituto no es un lugar para chupasangres. Es más, sabes perfectamente
que no es para subterráneos, ¿Qué hace Simón aquí?
-Simón está aquí porque yo lo
he querido.
-Ya. ¿Pero cómo has podido
meterlo aquí?
-Quité las salvaguardas por
un momento.-dijo Izzy encogiéndose de hombros.
Un rato después, Simón
aparecía en la puerta del instituto.
-Hola, Izzy.
-Vamos, entra. No te quedes
ahí parado-dijo cogiendo su brazo.-
-¡Espera!-Se soltó del agarre
de Isabelle- Izz. Soy un Vampiro, no puedo entrar. Es un lugar sagrado…
-Anda, calla. ¿Dónde crees
que traía a mis novios vampiros?-Sonrío pícaramente, volvió a sujetarlo y lo llevó dentro.
Al entrar, Simón recordó.
Volvió a vivir todo aquello de antes. Mucho antes de que le convirtieran en un
vampiro. Recordó a Clary. Con un vestido de Izzy. La recordó sobre él, mientras
dormían. Recordó su bloc de dibujo, donde estaba Jace. Les recordó, mientras
abría la puerta del cuarto de Clary, allí, besándose. En ese momento le había
dolido. Mucho.
-Hacía mucho que no venía por
aquí.-dijo mirando a las lámparas de piedra de luz.-Puede que demasiado para
acordarme…
-No te tortures.
Isabelle tomó la mano de
Simón y subieron al ascensor.
Cuando llegaron a la planta donde todos estaban, Clary estaba ante el
ascensor poniéndose un cinturón de cuero negro, y fue la primera en ver a Simón.
Sus verdes ojos se agrandaron hasta límites insospechados, y la boca creó una
grande ‘O’. Sus manos soltaron la hebilla del cinturón y salió corriendo a su
encuentro. Los brazos del hijo de la noche se abrieron para recibir a su amiga.